Hace ya mucho tiempo que estaba a ver si daba
con la palabra caloret, y nada, que no, porque, denme la razón, la precisábamos
mucho, ya que, con la caló que hace por aquí, no es suficiente para expresar
todo el que tenemos que soportar cuando cae a plomo y se derriten los yerros de
las rejas durante el verano, en fin, que la condenada se resistía a ver la luz,
hasta que, por ventura de los Dioses y gracias al ingenio de una mujer excepcional,
que pasará a la historia de la lengua por su gran aportación lingüística; la
pronunció públicamente y por primera vez con una energía inusitada: el caloret,
el caloret, repetía entregada a la causa de su difusión, feliz, sin duda, por
el hallazgo de una de esas palabras que podemos calificar de redondas que rápidamente
encuentran el fervor popular y cuyo destino será el de perdurar viva por los
siglos de los siglos en el habla de la gente, en la sonrisa de los niños y en
los rincones ocultos de libros y diccionarios.
Ciertamente todo un descubrimiento...
ResponderEliminarSaludos
El caloret está llamada a quedarse entre nosotros, gracias Mark, tan amable como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Primitivo
y bien de falta que nos hacía... Porque, por ejemplo: calorazo; no me digas que no suena mucho más agobiante y quejumbroso; y no es mejor, calorina, que se parece a inquina y suena como de pellizco de monja y mala leche; sin embargo pareciera que con estarse a la sombra y sin moverse -y con una buena horchata- el caloret se pasa divinamente. Yo, desde luego, me la quedo para el castellano. Si no la quieren los valencianos pues peor para ellos. Un abrazo, Primitivo, de tu amigo Miguel.
ResponderEliminarPues, aunque te parezca mentira ya hay algunos por ahí que están proponiendo que lo del caloret pase a mejor vida, qué desatino, Miguel, qué desatino, pero si es que hay gente pa "to", yo ya no sé ni cómo arreglar el mundo.
EliminarUn abrazo Miguel, y eso, que me encanta tu Caja de cartón.,